Where Are Our Girls?

The reality of prostitution in Uruguay from the perspective of the collective ‘¿Dónde están nuestras gurisas?’ (‘Where are our girls?’) 

By Eva Taberne. Abolitionist.

Eva Taberne

Eva Taberne

Prostitution was legalised as ‘sex work’ through Law No. 17,515 in Uruguay in 2002. The regulation offers no advantages to women in prostitution since, in the style of the regulatory laws applied at the end of the 19th century in the region, it still comes from a hygienist and stigmatizing standpoint', demanding periodic medical checks to obtain a health card and the obligation to register with the police as a ‘sex worker’.

On the other hand, there is a wide vacuum as far as the exploitation of the prostitution of others is concerned. The law stipulates the existence of zones and premises (brothels) aimed at prostitution. However, to determine the existence of pimping in a brothel it must be verified, via the victim's statements, that the owner of the establishment or a third party obtained excessive gains (Article 34). This is highly inaccurate and does not consider the coercion that the exploited person might be a victim of.

Although those who carry out the activity can access social security and health through the monotax system (A simplified regime for VAT, income tax and the Social Security System destined to small taxpayers that are exempted from VAT and from income tax. It is applied in many Latin American countries.), in practice only 80 women out of the 11,000 that appear in the National Registry of Sex Work – without counting all the unregistered – are monotax payers. For the majority, exploitation in brothels is the reality. Brothels take 50% or more of their earnings, establishing fixed schedules and fines for non-attendance and disallowing the choice of the “consumers” they serve. Such establishments operate in a completely unregulated way.

In line with the above, prosecutions related to pimping in Uruguay are scarce and usually refer to exploiters who appear as husbands (fiolos), or traffickers who exploit women from different backgrounds. However, claims point to a phenomenon of greater magnitude where impunity and the State’s act of omission prevail; in 2019, 80 claims of sexual exploitation to minors and 20 of human trafficking were made, with only one conviction for this cause in the same year. Besides, dedicated services for victims of trafficking are non-existent, let alone for those who want to get out of prostitution and access job and training opportunities instead.

Where are our girls is a collective of women that since 2017 has been addressing the disappearance of young, adolescent and adult girls in our territory and its links to trafficking and sexual exploitation. We help in the search for the disappeared by disseminating their images on the Internet, accompanying families in cases of a claim, organising street interventions, demonstrations and media statements. In addition, we carry out prevention work through workshops that take place in educational and community centres, and through internal training sessions organised by the feminist movement in which prostitution and trafficking survivors take part.

Since we started counting the disappearances of women at the end of 2017, we found a total of 60 missing, 80% of which are teenagers and young women. Some of the mothers and sisters of the disappeared have approached the group, so we have created a network of families, through which we filed a joint complaint to the National Human Rights Institution on October 9, 2019, highlighting the State’s act of omission in the search for young women, lack of access to justice for families, as well as failure to implement Law No. 19,643 on Prevention and Fight against  Human Trafficking.

In the middle of the existing health emergency as a result of COVID-19, we developed a solidarity initiative by distributing baskets of food, cleaning and hygiene products for women in prostitution, who in the circumstances are not perceiving any income and are in extremely precarious housing conditions; the affected people are predominantly a migrant population of women from Cuba, the Dominican Republic and Venezuela, all of whom declare that they do not want to be in prostitution and that they do not have possibilities of access to employment despite the fact that some have technical or tertiary education.

Furthermore, on 3 June 2020, we organised a mobilisation against trafficking and sexual exploitation, on the occasion of the #Ni UNA MENOS (NOT ONE LESS) in the centre of Montevideo. It concerned the recent case of sexual exploitation of adolescents where more than 20 men were found to be linked to political and economic power. The march counted on a substantial attendance of collectives, women and sexual dissidents with the unanimous cry “No, they are not strayed. They make them disappear to be prostituted.”

Find ¿Dónde están nuestras gurisas? on social:

Facebook

Twitter

En español:

La realidad uruguaya desde la perspectiva del colectivo Dónde están nuestras gurisas

En Uruguay la prostitución se reglamentó como trabajo sexual en 2002, a través de la Ley n°17.515. Se trata de una normativa por demás desventajosa para las personas en situación de prostitución, ya que al estilo de las leyes reglamentaristas que se aplicaron a fines del siglo XIX en la región, sostiene una visión higienista y estigmatizante, que se materializa en la exigencia de controles médicos periódicos para la obtención del carné sanitario, y la obligación de registrarse ante la policía como trabajador/a sexual. 

Por otro lado, hay un vacío muy grande en relación a la explotación de la prostitución ajena, La ley estipula la existencia de zonas para el ejercicio de la prostitución y de locales (prostíbulos) destinados a lo mismo. Sin embargo, para determinar proxenetismo en un prostíbulo se debe constatar, a través de las declaraciones de la víctima, que el dueño del establecimiento o un tercero percibió un beneficio excesivo (Artículo 34), lo que es extremadamente impreciso y no contempla la coacción que pueda estar sienda ejercida sobre la persona explotada.

Si bien quienes realizan la actividad pueden acceder a la seguridad social y a la salud a través del monotributo, en la práctica solo 80 personas son monotributistas, de las 11.000 que aparecen en el Registro Nacional de Trabajo Sexual, sin contar a todas aquellas que no están registradas. La realidad de la mayoría es la explotación, en prostíbulos que se llevan el 50% o más de lo que ellas generan, que establecen horarios fijos, multas por inasistencia y no les permiten elegir a los “consumidores” que atienden. Estos establecimientos funcionan sin ningún tipo de control.

En concordancia con lo anterior, los procesamientos por proxenetismo en Uruguay son escasos y suelen referir a explotadores que aparecen en calidad de esposos (fiolos), o tratantes que explotan a mujeres de diferentes procedencias. Sin embargo, las denuncias apuntan a un fenómeno de mayor magnitud en el que prevalece la impunidad y la omisión del Estado; en 2019 se realizaron 80 denuncias por explotación sexual de personas menores de edad y 20 por trata de personas (en ese año solamente hubo una condena por esta causal). Tampoco se cuentan con servicios especializados

para las víctimas de trata, mucho menos para aquellas personas que quieren abandonar la prostitución y acceder a oportunidades laborales y formativas.

Dónde están nuestras gurisas es un colectivo de mujeres que desde 2017 viene abordando las desapariciones de niñas, adolescentes y adultas en nuestro territorio, y sus vinculaciones con la trata y la explotación sexual. Colaboramos con la búsqueda de las desaparecidas, difundiendo sus imágenes a través de Internet, acompañando a las familias en instancias de denuncia, realizando intervenciones callejeras, manifestaciones y declaraciones en los medios de prensa. Además, realizamos un trabajo de prevención a través de talleres en centros educativos y centros comunitarios, y jornadas de formación a la interna del movimiento feminista, con la participación de sobrevivientes de prostitución y trata. 

Desde que iniciamos el conteo de las desapariciones de mujeres a fines de 2017, llevamos un total de 60 desaparecidas, con un 80% de adolescentes y jóvenes. Algunas de las madres y hermanas de las desaparecidas se han acercado al colectivo y hemos conformado una red de familias, con la cual realizamos el 9 de octubre del 2019 una denuncia conjunta frente a la Institución Nacional de Derechos Humanos, resaltando la omisión del Estado en la búsqueda de las jóvenes, la falta de acceso a la justicia por parte de las familias, así como la no aplicación de la Ley n° 19.643 de Prevención y Combate a la Trata de Personas 

Durante la emergencia sanitaria que estamos viviendo, producto del COVID-19, desarrollamos una iniciativa de solidaridad, a través de canastas de alimentos, productos de limpieza e higiene para personas en situación de prostitución; quienes frente a estas circunstancias se encuentran sin ingresos, y en una situación habitacional extremadamente precaria; predominando una población migrante de mujeres provenientes de Cuba, República Dominicana y Venezuela, que expresan no querer estar en prostitución y no tener posibilidades de acceso al empleo, - más allá de que algunas cuentan con formación técnica o terciaria -. 

Por otra parte, el 3 de junio de este año, con motivo del #Ni UNA MENOS, convocamos, junto a otros dos colectivos, a una movilización contra la trata y la explotación sexual en el centro de Montevideo, a propósito del reciente caso de explotación sexual de adolescentes, en el que estaban involucrados más de 20 hombres vinculados al poder político y económico. La marcha contó con una amplia concurrencia de colectivos, mujeres y disidencias sexuales, que gritaron al unísono “No, no están perdidas, las desaparecen para ser prostituidas”.